Borró una vez más las palabras que aflojaban sin querer de su mente, esto no era lo que necesitaba expresar, tenía que pretender y luchar con esos sentimientos. Se había pasado el día completo en una constante pelea con ella misma. Dijo que lo ignoraría, que le diría a su cabeza que él no importaba, que en verdad no lo necesitaba. Luego de 7 horas seguidas de intentos fallidos sentía como poco a poco se rendía. Y otra vez sus hombros caían abatidos, sus manos rozaban la porosa alfombra de su habitación, ya sentía como lentamente se quedaba sin aire. Debía ingeniar pronto un plan para escabullir de esos sentimientos, no podía volver a sentir ese gran nudo constante en su garganta, debía por sobretodo sonreír, pretender, susurrarle cuentos a su mente y lo más difícil de todo...a su corazón. - En verdad no me importa, no me importa... no me importa - repetía en silencio, y cada "no me importa" adelgazaba su voz al punto de no ser escuchada ni por ella misma. Se levantó rápidamente del suelo y dando un gran respiro entrecortado, se tragó su llanto, frotó fuertemente sus ojos y dando unos pequeños golpes en su sien intentó "apagarse" por un momento...
miércoles, 13 de abril de 2011
lunes, 11 de abril de 2011
Lo recuerdo bien
Recuerdo bien como sucedió... Mi memoria guardó cada instante como si se tratara de una secuencia de imágenes... Están grabadas en mí, traspasan mi piel como si se trataran de cuchillos filosos que hacen sangrar el alma, y por las noches los fantasmas persiguen mi sueño, se intrometen en mi habitación y me envuelven en la melancolía ensordecedora de mis recuerdos... Y lloro, largas horas, mi almohada es la única que absorbe tanto dolor hecho agua salada, cierro los ojos como para buscar consuelo en donde en verdad no lo hay, entonces mis labios esbozan su nombre y ahí desvanezco, no recuerdo más hasta la mañana siguiente, en donde creo haber despertado de un largo y tortuoso sueño, entonces me asomo a mi ventana y miro a los lejos que las nubes forman figuras desconcertantes, que el aire huele a tristeza y que el paisaje verde se vuelve ciertamente gris. Cierro las cortinas y me adentro a las oscuridad de mi habitación, a la oscuridad de mi alma, y recuerdo entonces que no era un sueño, sino mi vida...